Viajeros
¿Qué supone para ti emprender un viaje?
Cuando repito una y otra vez esa frase siempre tiendo a soñar. Y de inmediato me pregunto: ¿A qué lugar iré la próxima vez? ¿Qué podré descubrir en ese sitio?
Hay quien no es tan místico. Claro, hay diversas clases de viajeros: Los vocacionales y los vacacionales.
Los vocacionales, esos aventureros que lo dejan todo para recorrer el mundo. Para perderse entre las calles de las ciudades, para ser uno más entre los ciudadanos de un país lejano. Los que llevan su mochila a cuestas y se levantan y se acuestan con el ímpetu de descubrir. Y los que dejan su entorno y van a vivir a otro país, solo para conocer otra cultura.
Los vacacionales, esa amplia variedad compuesta por los turistas de playa, los de montaña, los turistas deportivos, los de museos, y claro, los de bares y chiringuitos. Luego están los optimistas, los pesimistas. Los de viaje organizado y los exploradores. Los compradores compulsivos de souvenirs, los paparazzi y los que mueren por tener wifi.
¿Y tú? ¿En qué grupo estás?
Yo encajo más en el primero, no solo porque dejé mi pueblo para irme a vivir a dos países diferentes en tiempos distintos sino porque también me he atrevido a irme de mochilera conmigo misma y sin nadie más y recorrerme Italia, las Azores y otros lugares. Y como me dijo alguien (que creo que no entendía nada de lo que he vivido) no es que no tenga amigos sino que llega un momento en tu vida que, salvo que te dé miedo salir del caparazón, es bueno encontrarte a ti mismo y no sentirte atado a nada ni nadie, y yo lo hice de esa forma.
Lo que está claro es que entre los dos tipos de viajeros hay algo en común: queremos salir de la rutina que marca el trabajo o las clases.
El planeta está repleto de lugares bellos pero ¿has estado alguna vez en un lugar mágico que parezca que todo en tu vida parezca armonioso durante un solo instante?
Ese lugar, para mí, es Madeira. Hay muchos más por el mundo, por supuesto, pero esta isla no queda tan lejos de España y tiene mucho por descubrir. Es una isla que impresiona por sus contrastes, por sus colores, por su tranquilidad, por su gastronomía y por sus parajes. Es un lugar que sorprende. A mí me sorprendió. A ti es probable que también lo haga en algún aspecto.
¿Qué tal sin emprendemos un viaje hacia Madeira?
A través de este Blog os animo a visitar “la perla del Atántico”, ese lugar de impresionantes acantilados, de montaña volcánica, de interior verde y mar azul cobalto.
Para mí, sin duda, es un lugar que me aportó y aportará tranquilidad y serenidad; un lugar digno de explorar y recorrer por todos sus extremos y hasta el pico más alto. El lugar propicio para hacer senderismo por las conocidas “levadas” de distintos pigmentos y terrenos dispares. Con un suave clima durante todo el año, es un lugar decorado de hortensias y estrelicias (flor ave del paraíso), embellecido con sus bosques de laurisilva y perfumado con olor a eucalipto. Una isla de belleza natural que no ha sido tan explotada como otras.
Las "levadas" son canales de agua hechos por el hombre antiguamente y que transportaban el agua de la isla desde el norte hasta el sur. En la actualidad, los recorridos por montaña y los senderos tienen un principio y un fin siguiendo el canal de agua.
Qué hice allí…
Viví en Funchal hace ya ocho años. Pasé allí la mitad del año 2010. Recuerdo que cuando me dijeron que me habían seleccionado para hacer un intercambio profesional europeo en Madeira tuve que mirar bien el mapa para no confundirla con otras islas pero no dudé en aceptar. Tener la oportunidad de pasar parte de tu vida en una isla portuguesa en medio del Atlántico era algo digno de experimentar. Y vaya si lo hice. Aprendí portugués (al inicio me las apañaba con el “portuñol”), hice submarinismo, surf, realicé la mayoría de las “levadas”, comí bolo do caco y pez espada, bebí poncha y nikita, me lesioné la pierna haciendo snorkel cuando la corriente del agua me arrastró a un punzante acantilado, bailé y me reí con mis amigos en las arraiais de los pueblos, vi a España ganar el mundial de fútbol desde la Plaça do Municipio, hice camping en Porto Santo, exploré las Islas Desiertas y conocí a madereinses dispuestos a enseñarnos a jóvenes extranjeros todo lo bueno que tiene la isla. Ah, también aprendí derecho portugués.
¿Se me olvida algo?
Sí, lo más importante, disfruté de la vida y fui feliz.
Programa Eurodisea
El programa que me seleccionó para hacer un intercambio profesional fue el PROGRAMA EURODISEA DE LA ASAMBLEA DE LAS REGIONES DE EUROPA.
Si cumplís los requisitos, os lo recomiendo. Es una experiencia inigualable y te aporta unas robustas tablas profesionales. Yo tuve la suerte de formar parte de un despacho de abogados en Funchal que se dedica, entre otras materias, al Derecho Internacional, una de las ramas del Derecho que más me apasiona. No solo aprendí sino que además me lo pasé genial porque formé parte de un equipo profesional y humano formidable. Además, el programa sufraga los gastos de la escuela de idiomas para aprender Portugués así como las excursiones y entradas a museos para conocer más en profundidad la cultura madeirense.
Vivir en el extranjero…
Vivir fuera, en otro país, ya es algo que de por sí te cambia la vida. Sentirte extranjero, aprender otro idioma, otras costumbres, otra cultura, adaptarte a otro entorno distinto al tuyo, salir de tu “espacio de confort”,… Todo eso te transforma. Hace que tu forma de pensar y empatizar ya no sea igual. Ya no eres el mismo que cuando saliste de tu pueblo o tu ciudad. Todo es más global, los problemas se relativizan y la vida se entiende de otra manera. Creo, sin duda, que eres más libre y por supuesto independiente.
En mi caso, vivir fuera, en otro país, no era algo nuevo para mí, ya había vivido en el extranjero unos años atrás, en el norte de Gales, en Anglesey, por una beca Argo que me permitió trabajar en un despacho de Solicitors británico…Tengo un montón de anécdotas de este lugar y de mi año y pico allí pero tendrá que ser en otro momento… Ahora hablemos de Madeira. El caso es que, en ese momento, en 2010, Madeira era un lugar que me atrajo solo por lo que fui “descubriendo” por la red, que he de confesar que no fue demasiado en aquel momento y, posteriormente, cuando ya la exploré in situ me terminó seduciendo, sobre todo, me sedujeron determinadas zonas de la isla, en las que mientras caminas por ellas su ambiente apacible y olor a naturaleza pura te terminan cautivando.
Pasa el tiempo…
Tras haber pasado unos cuantos años desde mi estancia allí e incluso de haber regresado por vacaciones, a día de hoy pienso en Madeira y la primera palabra que me viene a la mente es: “saudade”, significa añoranza, posiblemente añoranza por ese año tan bueno o añoranza de sentir tranquilidad plena, quién sabe.
Archipiélago
En diversos post intentaré explicar cómo disfrutar de las islas Madeira. Sí, porque a pesar de que he venido hablando de Madeira en singular hasta ahora, ésta es solo una isla de otras que conforman un archipiélago:
Madeira, Porto Santo, las Islas Salvajes y las Islas Desiertas.
Evidentemente, la principal y más grande es Madeira, en la que me centraré y contaré detalles, leyendas, experiencias y todo aquello que merezca la pena contar de esa isla de contrastes. No esperes kilométricas playas (la mejor playa se encuentra en la isla de Porto Santo), la mayoría de sus playas son artificiales o de canto rodado pero por otro lado, goza de espectaculares zonas de montaña para paseo y trekking, zonas más turísticas y otras muy rurales. Bosques frondosos y otras zonas áridas y volcánicas, un hermoso espacio natural que entra en contraste con la capital, Funchal, en la que aún se respira por sus calles la época colonial.
Iniciemos el viaje…
No perdamos más tiempo. Vamos a conocer esta isla empezando por su historia, sus orígenes e inicios. Vámonos de viaje tú y yo. Permíteme compartir contigo mi fascinación por Madeira y a partir de ahora, déjate sorprender por todo lo que tiene que ofrecerte esta magnífica isla. Iniciemos Madeira para Viajeros; para toda clase de viajeros…